La luna y las estrellas, la oscuridad y el misterio, los lobos y la magia. El poder que la naturaleza primigenia esconde. Lo que las religiones patriarcales temen. Desde que Matronit fue desterrada de la mente consciente de la raza humana, desde ese remoto momento, la Divinidad Femenina, la Mátrix Máter, ha abandonado el mundo de espacio-tiempo que nosotros denominamos la realidad cotidiana. Al desterrarla de nuestra mente y corazón hemos quedado huérfanos de su luz, y la luz de la Diosa es ahora para nosotros Oscuridad.

Hemos quedado prisioneros de nuestros instintos ciegos, de nuestros dogmas mentales, de nuestras limitaciones sin fin, hemos perdido la conexión verdadera con el alma. Sólo un débil e invisible hilo de luz nos mantiene conectados aún con nuestro perdido Reino Supraconsciente.

El mundo se ha convertido en un bosque tenebroso, donde andamos perdidos y confundidos con los espejismos vacuos de la sociedad, y sólo la muerte nos devuelve a la verdadera realidad.
¿Donde se hallan ahora las sacerdotisas de la muerte? ¿Quienes nos acompañarán en el tránsito desde este vida falsa a la vida verdadera? Se han perdido los misterios del renacimiento entre tantas falsas doctrinas de los sacerdotes de las religiones patriarcalistas. ¿Como recobrar a la Diosa que da la vida auténtica en la que brilla la luz del alma?

Los lobos son los guardianes de la luna. Ellos no temen a la oscuridad, pues saben que tras la noche oscura hay un reino de luz que no percibimos.
En los antiguos bosques de Europa, hace miles de años, los chamanes e iniciados tenían al lobo como aliado totémico en sus viajes a través de las realidades internas.
Los lobos eran aliados y seres de luz. Para los antiguos etruscos, poseedores de una religiòn mágica, aún los lobos eran sagrados y portadores del conocimiento y el contacto con las fuentes del mundo y la naturaleza.
Cuando llegó el cristianismo el lobo se transformó en una bestia a la que había que aniquilar y se le atribuyeron maldades que jamás cometieron.
Brujas, lobos y mujeres: sometimiento o muerte.
En el nombre de las nuevas religiones, supuestamente salvadoras, prometedoras de un paraíso futuro o un infierno condenatorio para los que en ellas no crean.
Más a pesar del temor y la opresión, la noche es invencible y allí aún reinan la magia y los sueños, y la promesa del retorno de la Diosa.
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